FAMAS QUE AMANECEN
Hojeando una carpeta en la que Pérez Marqués guardaba escritos de su interés nos hemos encontrado un artículo de Antonio Zoido, escritor coetáneo, que se publicó en el periódico HOY en una sección que se llamaba “Famas que amanecen”.
No podemos saber la fecha exacta, pues en el recorte del ejemplar, desafortunadamente, no se ve. Pero el formato del periódico y de algunos anuncios que rodean el texto de Zoido, y la cita de uno de los premios nacionales otorgados a Pérez Marqués hacen pensar que se publicó en la década de los sesenta del siglo XX.
El marcado fondo laudatorio de Zoido hacia nuestro escritor hacía imprescindible incluirlo en esta web. Y lo hacemos precisamente hoy, 24 de julio de 2023, cuando se cumplen treinta años del fallecimiento de Pérez Marqués, a modo de conmemoración.
"FAMAS QUE AMANECEN"
“La labor de un escritor cuya firma es reconocida como buena requiere su duración y su tiempo. Es el resultado de un proceso en el que se dan cita la inspiración y la renuncia muchas veces a exterioridades en aras de una doble vocación.
Puede surgir, sin antecedentes, el trabajo certero, vibrante, que llame la atención. La revelación escandalosa. Puede. Pero casi siempre este género de manifestaciones para el escritor, lleva en su seno oculto el plomo de la inmadura precocidad, del ramalazo ocasional que malogra su futuro.
Los premios, por otra parte, no son en absoluto el rasero único – ni el mejor – para medir calidades y categoría del escritor. Pero además de estímulo, pueden ser clarinazos de atención hacia su obra.
La reciente concesión de un premio nacional de periodismo literario a Fernando Pérez Marqués, creemos que ha supuesto precisamente esto.
Doblemente eficaz es la cerrera del fino escritor. Porque ha venido a cascar un poco ese caparazón de modestia – de otro lado inevitable – en el que desea arrebozarse permanentemente él y su obra, y porque así tenemos la seguridad de que su silenciosa rumorosa onda lírica, ha encontrado la suerte de cauce y de eco con el que todo artista sueña. “Porque el buen trovador – como el buen capitán – pelea justamente por la gloria y el pan”.
Analizar la obra de Pérez Marqués no es difícil. Tampoco muy necesario, por la explicitud y claridad con la que se muestra. Sus trabajos son manjar para lectores de paladar selecto. Él, posiblemente, escribe para él, en primer término. Porque es un enamorado de su hacer y porque trasciende temblorosa afición cuanto toca con su pluma. No es la suya una pluma apasionada, pero sí una pluma tierna. Y la ternura en el escritor es la mejor garantía de identidad, de adhesión a su obra.
Ya sabemos que cada escritor – de forma más expresa o embozada – tuvo un norte, una inspiración, una meta.
Pérez Marqués es azoriniano cien por cien. Él no lo niega. Un buen maestro y un buen discípulo se honran mutuamente.
Pero quizás lo más hondo y profundo del estilo de Pérez Marqués – al menos para mí – no sea su módulo preciso, cuidado, conseguido con oficio de buen labrador. O su campesina y sincera contemplación ambiental de las cosas, entreveras de delicadas sutilezas de hombre de cultura cernida y sosegada. Lo mejor sea que su estilo vital y literario – a semejanza de su maestro – son la misma cosa. “El estilo es el hombre”. Diríamos que aquí también “el hombre es el estilo”. Nada excesivo, nada estridente. Todo armonía e irradiante paz en la literatura y en la personalidad de Pérez Marqués.
Biografía y obra se funden sin rebordes ni pegamentos objetivos. Con naturalidad, con elegancia. Alegrémonos de que, por una vez, sin alharacas, se haya hecho justicia literaria.”