ACUSANDO AL CABO SU PÁLIDA PRESENCIA

Por Bernardo Víctor Carande
Diario "HOY," 6 de Agosto de 1993 

Imagino que Fernando Pérez Marqués, nuestro exquisito y hacendoso escritor, se ha llevado al cabo de este mundo una última alegría. Me explicaré. Su idolatrado - suyo, mío y nuestro - Azorín, después de sucesivas décadas de injusto ostracismo y aún repudio (Esta España es ejemplar en los penosos ejemplos que da) vuelve hoy a estar, por lo menos, donde debe, en el comentario, reconocimiento y lectura, precisos. No todos los días se da un Azorín. O un Ramón Gómez de la Serna, al que también se ha dado un mucho estos tiempos, injustamente, por zaherir. Tampoco se da todos los días por Extremadura un hombre de la talla de Fernando Pérez Marqués. De tal sensibilidad, educación y delicadeza. Para "Nuevo Alor" -está visto que esto de los "alores" o sea, una revista literaria culta y propia, es casi suicida por nuestros pagos - tanto el Nuevo como el Novísimo fueron decapitados - tuve la suerte de que me escribiera un día su autorretrato (nº 4  1983), donde cuenta cómo la tarea acusa "al cabo su pálida  presencia". Y habla, mágicamente de sus herramientas : cuartillas blancas, máquinas de escribir, anaqueles llenos de libros, cartapacios, fotografías, silencio...

"Con todo ello va labrando sus cuartillas". Que también Fernando era labrador y el campo uno de sus afanes. Un grande hombre extremeño comedido ha muerto. El mismo día que otro del mismo letrado ámbito. Juntos estarán ya paseando la duna eterna; el uno volcánico, el otro dulcemente.

La "Revista de Estudios Extremeños", esa publicación que por lo menos sobrevive, debiera dedicarle, ¡qué mejor honra!, todo un número monográfico en su homenaje a quién en vida fue, con absoluta deleitación y esmero, su secretario. Allí se juntarían así todos los escritos de quienes tanto le debemos. Y algunos de sus exquisitos inéditos.   

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